Con frecuencia me topo algún sujeto
venido al mundo en cuna más bien baja,
que nunca demostró ser una alhaja,
y que no vale más que su esqueleto,
jactancioso de ser tataranieto
de la pata del Cid; que se trabaja
las prendas con un look que siempre encaja
y encubre que en el fondo es un cateto.
Su lenguaje engolado sobresale,
de petulancia su ego se alimenta
y no falta un huevón que le regale.
Así que un gran negocio se presenta:
que nunca demostró ser una alhaja,
y que no vale más que su esqueleto,
jactancioso de ser tataranieto
de la pata del Cid; que se trabaja
las prendas con un look que siempre encaja
y encubre que en el fondo es un cateto.
Su lenguaje engolado sobresale,
de petulancia su ego se alimenta
y no falta un huevón que le regale.
Así que un gran negocio se presenta:
adquirirlo no más por lo que vale
y revenderlo por lo que aparenta.
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