Con un viejo
colega de la infancia
me encontré,
ya pasado el mediodía.
"¿Cómo
estás?", preguntó con temperancia.
"Pues
muy bien", respondí con alegría.
Le maticé que
tengo mis goteras,
a lo que contestó
que también él;
resultando
las suyas más severas,
pues un
cáncer mostró su cara cruel.
Volví por la
noticia conmovido,
reflexionando,
como tantas veces,
que
siempre habrá un mortal más dolorido
que nos
supere en el dolor con creces.
Así pues, la
sabida moraleja:
Vive la vida
y huye de la queja.
Buena la moraleja, acertada que es, hagamosle caso y disfrutemos que son dos días.
ResponderEliminarUn abrazo.