La tierra sin regar por la sequía,
el bracero sin pan que dar al hijo,
el ganado más corto y más canijo,
el miedo y la aprensión en la alquería...
¿Y quién se proporciona la alegría?
El señorito, dueño del cortijo,
flemático, zopenco y algo pijo,
que al África se va de cacería.
Encima se fractura la cadera,
con lo cual le da pábulo al currito,
que tamaño dispendio considera,
y se pone a pedir a voz en grito
que, puesto que sus gastos no atempera,
se cambie de una vez al señorito.
desolado estoy con este domestico accidente de nuestro rey. Pobre para una vez que se decide a salir va y se rompe la cadera, si es que esta muy torpe, porque con lo que esta cayendo hay que ser muy torpe(o muy Borbón) para irse a matar elefantes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Somos un país de porteras cotillas y envidiosas. Y ¡qué nos gusta derribar ídolos!
ResponderEliminarMetió la pata hasta la cadera.
ResponderEliminarMajestad, usted cumplió en demasía,
con cargo que su alteza carga a cuesta,
de paz, se quedó repleta la cesta,
de España la nuestra y España la mía.
Llevó a lo más alto la monarquía,
mientras la república echó una siesta,
dejando a su merced también dispuesta,
la otra mejilla y ninguna porfía.
¡Ahora que le han salido yernos pillos,
princesas que no saben no contestan,
y trompa de elefante soberano!;
¡si abdicase y cerrasen los pestillos
del palacio!, seguro que se gestan,
los sueños de mas de un republicano.
J.M.M.Botillo.