Déjame que te sueñe y que te vele,
que te atisbe, te mire y te remire,
que te pinte, te entone y te modele,
que te piense, te atienda y te respire.
Déjame que te suba en una nube,
que te endiose, te encumbre y te imagine,
que proclame tu rostro de querube,
que me ciegue, delire y alucine.
Déjame, amor, iluminar tus luces,
cruzarme en los calvarios de tus cruces,
penar los yerros de tus leves fallas.
Déjame, amor, amanecer tu aliento,
sustentar mi razón con tu alimento
y advertir tu designio cuando callas.