Qué bien quedaba con dinero ajeno
este rudo aspirante a señorito,
cacique, megalómano y maldito,
dictador sin escrúpulo y sin freno.
este rudo aspirante a señorito,
cacique, megalómano y maldito,
dictador sin escrúpulo y sin freno.
Qué fácil es así pasar por bueno,
por bienhechor atento y exquisito,
saliéndole su aporte gratüito
por ser resulta de un sistema
obsceno.
Vuelan facturas por el turbio cielo
del vasto alfoz del pobre municipio
que vio pasar sus glorias sin
consuelo.
Y aquí quedó mi pretencioso ripio,
que sólo quiere levantar el velo
de un cabestro caduco y sin
principio.
Precioso soneto.
ResponderEliminarNo se quien es, pero claro queda que no era el mejor del pueblo aunque quisiera aparentarlo con el dinero de los demás.
Un abrazo.
Pues bienvenido el ripio,un excelente soneto para recordarnos que en este país la clase de cacique que describes en él,por desgracia,abundó y abunda todavía...
ResponderEliminarun placer pasar por tu blog.