Tengo, señores, el cabello escaso,
castaño oscuro entreverado en plata,
largo para la edad que me delata,
lacio como un caballo y algo graso.
La nariz, por tamaño más bien naso,
La nariz, por tamaño más bien naso,
pudiera confundirse con batata,
que fuera yo un magnate de ser plata,
y de querer mil chatos, la traspaso.
Los ojos, por pinguécula afectados,
Los ojos, por pinguécula afectados,
propenden al color del salmonete,
pues lucen casi siempre colorados.
Y en la barbilla no cabe un churrete,
Y en la barbilla no cabe un churrete,
por tener sus tamaños tan menguados,
que en la enorme papada se entremete.
Tal rostro acaso inquiete,
Tal rostro acaso inquiete,
mas no faltan mujeres bien plantadas
que se muestran conmigo alborotadas.
O sea "feo, católico y sentimental", según la regla de la hermandad del marqués de Bradomín.
ResponderEliminarEn definitiva que no eres guapo pero como otros muchos tienes un punto, un aquel que resulta y que despiertas en las mujeres su instinto maternal, quizás otro?.
ResponderEliminarUn abrazo.
Este soneto merece ser comentado, quien te conoce, bien sabe que gran parte de tu belleza, sin desmerecer la que se muestra, está en tu interior y, que no son pocas las mujeres que pronto lo advierten y de ella disfrutan.
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