Si miramos las cosas con rigor,
comprobamos que hay muchas ocasiones
perversas y causantes de aflicciones,
de injusticias, de daños y dolor.
En ellas aparece un impulsor,
plagado de codicia y ambiciones,
que avanza a puñetazos y empujones,
y que medra sin freno y sin pudor.
¿Son tales coyunturas reparables?
Contestar no precisa mucha labia:
¡pues quitando de en medio a los culpables!
Responden los refranes, cosa sabia,
y a todos lo sucesos aplicables:
que muerto el perro se acabó la rabia.
Cierto es que en este bello idioma que tenemos, hay para todo y cada cosa un refrán apropiado, que siempre sentencia y clarifica.
ResponderEliminarUn abrazo.