lunes, 21 de noviembre de 2011

Del refranero sabio (Soneto 580)


Si miramos las cosas con rigor,
comprobamos que hay muchas ocasiones
perversas y causantes de aflicciones,
de injusticias, de daños y dolor.

En ellas aparece un impulsor,
plagado de codicia y ambiciones,
que avanza a puñetazos y empujones,
y que medra sin freno y sin pudor. 

¿Son tales coyunturas reparables?
Contestar no precisa mucha labia:
¡pues quitando de en medio a los culpables!

Responden los refranes, cosa sabia,
y a todos lo sucesos aplicables:
que muerto el perro se acabó la rabia.





1 comentario:

  1. Cierto es que en este bello idioma que tenemos, hay para todo y cada cosa un refrán apropiado, que siempre sentencia y clarifica.
    Un abrazo.

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