La luna, cuando está en cuarto creciente,
le pone cornamenta a la farola.
La cama que se adorna en pirindola
es verdugo del macho más potente.
La mano va a la oreja de repente,
como para escuchar la caracola;
pero no sonará ninguna ola,
porque no es más que un móvil repelente.
El ratón del flamante ordenador
es el roedor que muerde en nuestra vida,
y deja el tiempo como un colador.
Qué pena la del pobre parricida:
ya no tiene ni padres ni mentor
que le lleven al trullo la comida.
Ciertamente son algunas gregerias hermosas y ocurrentes, yo diría que dignas de ser firmadas por Don Ramón Gómez de la Serna.
ResponderEliminarUn abrazo.