domingo, 6 de noviembre de 2011

Aquellos afiladores (Soneto 565)


Cómo corren curiosos los chiquillos,
cómo acuden las madres presurosas,
dejando por hacer sus propias cosas,
arramblando tijeras y cuchillos.

Ya se ven los aceros con sus brillos,
que llevaron mujeres afanosas,
y vuelan chispas miles, revoltosas,
para pasmo de trenzas y flequillos.

Bicicleta varada y pedaleo
suceden a la flauta anunciadora
en su clase incipiente de solfeo.

Y el giro de la piedra amoladora
crepita en trepidante canturreo
lanzando la centella embaucadora.

 

1 comentario:

  1. Los viejos afiladores y paragueros que antes tanto abundaban y ahora, quizás por la tecnología, es difícil encontrar. Escuchar el sonido de su flauta llamando a los vecinos para el afilado y arreglo de los utensilios caseros, todo pasa nada perdura.
    Un abrazo.

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