domingo, 13 de noviembre de 2011

Caramelos en el despacho (Soneto 572)



En mi atestada mesa de trabajo,
gracias a una lindísima criatura,
no falta ningún día la dulzura
que compensa del tráfago a destajo.

Si alguna vez me encuentro cabizbajo,
solvento la enervante coyuntura
cogiendo un caramelo con premura
que me sirve de aliento y agasajo.

Además son constantes las entradas
de mis considerados camaradas
que vienen por catar la golosina.

Y se van complacidos y encantados,
y vuelven otra vez alborozados,
merced a la criatura tan divina.



1 comentario:

  1. Son esos pequeños detalles que endulzan la vida y ayudan a llevar el duro y a veces pesado trabajo.
    Un abrazo.

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