Anotando borrones en la cuenta
gasté los tiempos, sumiso y reprimido,
y al cabo de los años no me olvido
del thriller blanco y negro del sesenta.
Cualquier pequeño error a Dios afrenta;
aunque el mal queda al punto redimido
si lo oye un tonsurado carcomido
que a lo justo divino representa.
Así se vive la absurda pantomima:
cuarto y mitad de golpes y plegarias
consiguen que la culpa se suprima.
Pero tantas censuras rutinarias
¿quizás no fueron la materia prima
de las nefandas faltas solitarias?
Que seria de nosotros sin nuestros pecados. Nuestra historia es la historia de nuestros pecados, inducidos y originales nuestros.
ResponderEliminarUn abrazo.