En parisinas noches tabernarias
se escancian los narcóticos licores,
se fraguan los umbráticos amores,
se trazan las empresas temerarias,
se presentan las armas literarias,
se regala la luz a los pintores,
se engalanan los cielos de colores
y se infunden las ansias libertarias.
Pero qué lejos se apuesta esa ventura
para el reo de escrúpulos morales
maniatado en presidio de censura.
Porque a mí me adiestraron carcamales,
me enseñaron cabestros con tonsura,
me aturdieron inciensos cuaresmales.
me aturdieron inciensos cuaresmales.
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