martes, 14 de mayo de 2013

Resacas (IV)

 
De las nefandas faltas solitarias
derivaron versiones literarias,
como las que decían, lapidarias,
que aquel que hiciera cosas ordinarias

con las piezas colgantes y urinarias
pudiera verse enfermo de urticarias,
padecer palideces pigmentarias
y en ciertos casos invidencias varias.

Pero yo descubrí las luminarias
prendidas por imágenes vicarias
que me dieron fruiciones legendarias.

Así que frente a tesis reaccionarias,
a fuerza de inhalar luces contrarias
me embriagué con estelas candelarias.




1 comentario:

  1. Desde luego que la variedad de faltas del humano no tiene ni limites ni fin. Si es cierto que algunas gozan de gran predicamento y sobre ellas se ha divagado grandemente y todos lo recordamos de tiempos anteriores.
    Un abrazo.

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