sábado, 1 de octubre de 2011

Acordeones callejeros (Soneto 529)


Son húngaros, magiares, transilvanos,
sabe Dios de qué tierras apartadas,
los que tocan mazurcas y baladas
con un viejo acordeón entre sus manos.

Intentan camelar samaritanos,
por entre las terrazas atestadas,
de gentes divertidas o enfrascadas
que no advierten los sones campechanos.

Toque un vals, gentil hombre de otras tierras,
desterrado por hambres y por guerras,
que yo lo escucharé con agudeza.

El buen hombre nos toca el de la olas,
y recolecta un par de piezas solas,
y se va dando gracias con tristeza.




1 comentario:

  1. Triste vida la del músico emigrante, diana de desaprensivos y bravucones, por dos pequeñas monedas te alegran un rato y ellos mal viven.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar