Divino endecasílabo, decía
Dámaso Alonso, refiriendo el caso
del verso que hizo suyo Garcilaso
para dar emoción a la Poesía.
De Italia y de Petrarca provenía
el nuevo metro musical, y acaso
supuso el más precioso y útil paso
en pos de la belleza y armonía.
La excelsa voz del vate toledano
- armas y letras fundidas en su mano -
sonó elegante, rica y cadenciosa;
y tan clara como un limpio venero,
con un verbo pletórico y certero,
espejo de emoción pura y gozosa.
Dámaso Alonso, Garcilaso, Petrarca nada mas y nada menos, uno solo puede en este caso leer y callar cuando hablan los maestros.
ResponderEliminarPrecioso soneto este.
Un abrazo.