¿Qué te lleva, fornido legionario,
a llorar los desiertos sin amores,
a rezar por un Cristo en estertores,
a desfilar rugiendo tu ideario?
¿Qué espíritu fatídico y primario
te impulsa a dedicar tus esplendores
al rigor, la obediencia y los honores;
a buscar tu victoria en un calvario?
¿Qué monstruo abrió tus carnes a la herida,
qué sacudió tu corazón tan fuerte,
qué pena puso a tu alma en estampida?
¿Y qué fiero zarpazo hirió tu suerte,
que te lleva a cantar, con voz garrida,
tu dichoso noviazgo con la muerte?
Hermoso soneto, canto al legionario, soldado por excelencia de este ejercito nuestro que, de forma tan aguerrida, lleva en volandas al cristo mientras se llama a si mismo el novio de la muerte.
ResponderEliminarUn abrazo.