Cuando el hambre te aprieta impertinente,
presentas el gaznate resecado,
has salido del tajo atribulado,
y domina el calor en el ambiente,
no existe conexión mas atrayente
que una cerveza en recipiente helado,
con un plato pletórico a su lado
de esa patata frita tan crujiente.
Tubérculo encumbrado por la sal,
como el mar, ondulante en su figura,
casa con la cerveza proverbial,
y ésta se manifiesta a más altura
al mezclarse, sabrosa y cardinal,
con la tal categórica fritura.
Muy cierto, cuando uno con apetito y sed saborea una fresquita cerveza acompañada de una buena tapa o pincho, experimenta ese placer casi cotidiano que le reconforta y hace olvidar los malos tragos del quehacer diario.
ResponderEliminarUn abrazo.