En un mundo de
Gólgotas minado
inmolamos al Cristo
cada día
cuando seguimos una
falsa guía
que no lleva a la
Cruz, sino al pecado.
Y el Cristo, tantas veces
inmolado,
vuelve a sufrir la
vil y atroz sangría
para sanar nuestra
razón baldía
y dejar nuestro
yerro perdonado.
a cambio de
flaquezas y maldades;
por limpiar de
pesares mi conciencia,
por borrar mis
porfiadas deslealtades,
y por darme tu luz y
tu presencia
en esa Cruz de todas
las verdades.