sábado, 31 de diciembre de 2011

Acróstico de Año Nuevo (Soneto 620)


Fuegos artificiales suben ya,
enaltecen la noche telonera,
luminando en colores la barrera
invisible del año que se va.

Zambombas se quedaron por allá,
agotadas de tanta borrachera;
ñoñas costumbres plantan su bandera
obligando a decir un ojalá.

Nuevos proyectos para el tiempo entrante:
uvas de suerte se atragantan hoy
en la noche caliente y delirante.

Volando hacia el futuro flecha soy,
ofrézcote calor en este instante:
2012 arrumacos ya te doy.





miércoles, 28 de diciembre de 2011

Los inocentes (Soneto 617)


Cuántos Herodes hay en el planeta,
que masacran a seres inocentes,
a base de granada o metralleta,
en sus guerras brutales e indecentes.

Y cuántos niños viven sin infancia,
trabajando cien horas por dos cuartos,
para nutrir barata la abundancia
en el mundo dispar de los repartos.

¿Y aquéllos que perdieron la inocencia
viendo sus tiernos cuerpos ultrajados
por brutos pertrechados de indecencia,
bárbaros depravados, desalmados?

A la vista de tantas salvajadas,
¿quedan ganas de dar inocentadas?




lunes, 26 de diciembre de 2011

El picudo rojo (Soneto 615)


Da pena ver las críticas palmeras
con sus grandiosas hojas acharadas,
vencidas por las crueles dentelladas
que les dan esas larvas puñeteras.

Avanzan y devoran como fieras
las del picudo rojo malhadadas,
y así vemos las palmas agotadas,
cabizbajas las frondas, lastimeras.

No es fácil su existencia detectar,
porque van engullendo lentamente
por dentro de los troncos alargados.

Así que no es posible erradicar
a este bicho nocivo y repelente
que tiene a los jardines condenados.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Feliz Navidad (Soneto 613)



Para los que me quieren con dulzura,
para los que me atienden cada día,
para los que comparten mi alegría,
para los que comprenden mi locura.

Para los que me aguantan sin censura,
para los que me muestran empatía,
para los que me dan autonomía,
para los que me enseñan su cordura.

Para los que perdonan mi desvío,
para los que me engañan sin maldad,
para los que respetan mi albedrío.

Para los que me obsequian su bondad,
para los que me dan calor por frío, 
 para todos: los quiero en Navidad.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La lotería de Navidad (Soneto 610)


Ya llegan los seráficos infantes
que sacan las bolitas consabidas,
cantando con sus voces relamidas
los premios que suspiran los currantes.  

Qué empacho de premiados exultantes,
de anécdotas cien veces repetidas,
de entrevistas insulsas y manidas,
de comentarios vacuos y pedantes.

Lotería: suspiro navideño,
reiterativo y arbitrario sueño
de un futuro opulento y regalado.

No ganar, como es lógico, es la norma
y la gente, sufrida, se conforma
con recobrar al menos lo gastado.



lunes, 19 de diciembre de 2011

Dios guarde a Rajoy (Soneto 608)


Dios te guarde, flamante presidente,
que vives tu primera investidura,
lograda sin problema y con holgura
por el voto masivo de la gente.

Dios te asista, barbado dirigente,
que empiezas tu difícil andadura
diciendo que la cosa está muy dura
y dejando la agenda sin un puente.

Dios ilumine tu total mandato,
en el que crezca fértil la nación
igual que crecerá el bachillerato.

Y que Dios te procure la ocasión
de incrementar mi sueldo todo el rato
igual que has aumentado la pensión.


domingo, 18 de diciembre de 2011

Como Gulliver (Soneto 607)

 
Igual que Gulliver por cuerdas liado,
merced a aquel ejército de enanos
que lo inmovilizó de pies y manos,
dejando su gran cuerpo anquilosado...

se percibe este lírico, abrumado
por sacar los sonetos cotidianos
con los asuntos propios o lejanos:
sin poder escribir, agarrotado.

Sensación de parálisis total:
desidia, inapetencia y apatía
secaron mi pletórico caudal.

¡No quiero consentir esta atonía!
Que aflojar es anuncio de un final,
y no es bueno seguir tan turbia vía.





martes, 13 de diciembre de 2011

Urdangarín (Soneto 602)


Guapo, joven, prolífico consorte,
semental por bragueta consumado,
por medrar con tu espléndido ducado 
hoy te ves desterrado de la Corte.

Perdida la prestancia de tu porte,
deambulas cabizbajo y ofuscado,
pesaroso, perdido y derrotado,
después de confundir el sur y el norte.

¿Qué te faltaba,  ruin Urdangarín,
para haberte metido en este embrollo,
del que puedes gozar un buen botín,

pero a cambio de haber perdido el chollo,
de pasar por osado malandrín
y de verte plantado en el arroyo?



lunes, 12 de diciembre de 2011

De sueldos, intereses y comisiones (Soneto 601)

 
Ya saben mis lectores avisados
que trabajo en el Excmo. Ayuntamiento,
donde los sueldos - de verdad, no miento -
vienen últimamente retrasados,

amén de que ya fueron rebajados;
pues parece que el crítico momento
no tiene otro remedio que el descuento
en las pagas de públicos empleados,

mientras que el banco, si mi saldo amaina,
me trata - no lo duden - como un vaina,
cobrando comisión por descubierto

y un interés que roza lo usurario,
sin que ningún jerarca o mandatario
proponga desfacer tan caro entuerto.


viernes, 9 de diciembre de 2011

¿Nacimiento? (Soneto 598)


¿Recuerdan cómo fue el año pasado:
el empeño que puse en la tarea
de montar la maqueta de la aldea
donde nació Jesús desheredado?

Pues en este me encuentro atribulado:
el trabajo me absorbe y me marea,
el tiempo me conmina y cicatea,
y el nacimiento tengo abandonado.

Y además no aparecen esas ganas
que precisa cualquiera que se lanza
a ejecucar una labor fetén.

Por lo tanto mis manos artesanas
se darán al reposo y a la holganza...
y en otra coyuntura habrá belén.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Amanecer (Soneto 596)


Al abrir la ventana cada día
de mi casa en la cima encaramada,
se divisa la sierra dibujada
por los rayos del astro en su osadía.

El monte muestra así su crestería,
su silueta precisa y azulada,
sus cúspides de efimera nevada,
la capa de su abrupta demasía.

Las nubes, cobre y perla, filtro de oro,
telón de fondo gris de la función,
quieren participar en la alba gala.

Y el cielo, iluminado en el trascoro,
enseña sus azules con unción,
dando gracias al sol que lo acicala.




 

jueves, 1 de diciembre de 2011

Diciembre (Soneto 590)


Diciembre se presenta con un puente,
que anuncia un mes de tregua y dimisión,
relajo, aplazamiento, dilación
y eclipse en el trabajo de la gente.

Se evoca el jubileo constituyente,
con el desinterés de la nación;
también la Inmaculada Concepción,
el misterio intrincado y sorprendente.

Pero el pueblo no ve el significado
de las fiestas que marca el calendario,
sino que su fervor desesperado

se dirige a gastar su dinerario,
en la gran superficie que está al lado,
en algo que es trivial e innecesario.