martes, 22 de febrero de 2011

Fabulita triste (Soneto 308)


Una linda gacela, limpia y pura,
de la selva aspiraba a ser la dueña,
así que andaba dispensando leña
al que ostentaba ya la dictadura.

Llamada por el llanto y la frescura
de un reptil con retórica halagüeña,
con él se conchabó la buena dueña,
y por él consiguió la investidura. 

Pero una vez sentada en la poltrona,
el saurio reclamó su recompensa,
y entonces la gacela fue llorona,

porque el bicho mostraba fuerza inmensa,
y aunque aquella llevaba la corona,
los reptiles guardaban la despensa.

(Ver soneto 214)

3 comentarios:

  1. Al final siempre hay que pagar así que ojo con quien haces sociedad o a quien pides el favor.
    Un abrazo.

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  2. A caso pensaba la pobre gacela que el Saurio iba a respetarla??

    Pobre gacelita!

    Besos!!

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  3. Como fábula, pues cierta totalmente. Pero no me dan pena esas gacelas. Que se fastidien.

    Un abrazo

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