Reportero de guerra, del horror
de fusiles que lanzan fogonazos
de muerte; de cabezas, piernas, brazos
descuajados por golpe tajador.
Cronista de la sangre y del dolor,
y también de capotes y puyazos,
banderillas, desplantes, garrochazos,
damiselas y majas de esplendor.
Retratista de reyes desalmados,
cretinos, de sus hijos, sus mujeres
descarriadas, validos encamados.
Triste al fin, su pincel de atardeceres
legó unos negros muros, requemados,
Pinto, retrato tanto los actores principales de la decadente nobleza de su tiempo com la cruda y cruel realidad del asesinato de sus hermanos a manos de las tropas invasoras, mostrando toda la crueldad y salvajismo de la guerra miserable.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me quedo con El parasol y otros preciosos.
ResponderEliminarPorque este representa la realidad triste que le tocó vivir. Pero los primeros eran la alegría de la vida. Y aunque nada cambia -no hay más que ver lo que nos rodea- sigo quedándome con la vida en su versión maravillosa, porque si no... no sé.
Me gusta tu soneto.