viernes, 18 de febrero de 2011

Elogio del paraguas (Soneto 304)



Tiene un nombre que indica su función
de forma superior a otra palabra:
si llueve lo mejor es que se abra,
pues para el agua es su condición.

Aguacero, chubasco, chaparrón,
o cualquier temporal que descalabra,
son vencidos por el abracadabra
que lo extiende y nos quita el remojón.

Nunca escapa de su amo por su gusto,
salvo que éste lo olvide, despistado,
con razonable y superior disgusto.

Y su coste es factible y moderado,
nada gasta, se ha de cuidar lo justo,
y a veces lo tenemos regalado.

4 comentarios:

  1. ¿Escribes poemas, cuentos o relatos? COMPARTELOS CON EL MUNDO¡¡¡¡
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  2. Razón tienes sobre el paraguas que de el se acuerda uno igual que de Santa Barbara cuando llueve.
    Un abrazo.

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  3. Para mí el paraguas es ese artilugio que sólo necesito cuando no lo llevo.
    Por arte de magia, si salgo con el, no llueve o lo deja, o vamos que pocas veces le doy el uso para el que está hecho.
    Pero como se me ocurra salir sin el, mojadura segura.

    Oye, cómo se te ocurre hacer un soneto a un paraguas?

    Me sorprendes cada día. Y eso se agradece.

    Un saludo

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  4. Sabes? Odio llevar el paraguas, es algo súmamente incómodo. Pero es el mejor remedio para cuando caen esos chuzos de punta y más en estas zonas, verdad?
    Bueno, decirte que el soneto me encantó, que tienes originalidad e ideas claras.

    Un abrazo

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