Te quiero, noble bruto adolescente,
desde el día que supe que eras huevo,
hasta este buen momento, en que me muevo
flotando en mi poema complaciente.
Te quiero con tu deje impertinente,
y al verte receloso ante lo nuevo
que te muestra el destino, yo renuevo
mi amor por tu existencia floreciente.
Tienes ya la grandeza de la vida,
sin tener que esperarte en el mañana:
cada día es tu punto de partida.
Quiero ser rienda leve, no tirana,
tutor de planta límpida y erguida,
rumor de cuerpo fuerte y mente sana.
Yo llamaría al soneto "amor de padre", solo hay que leer los cuatro primeros versos.
ResponderEliminarClaro que viendo al cachorro uno comprende que su progenitor este orgulloso de su fruto.
Un abrazo.
Esas letras sólo pueden salir de un corazón entregado, un corazón que ama a sus hijos.
ResponderEliminarEs precioso e inigualable
Un abrazo
Eres un padrazo.........
ResponderEliminarVaya patinazo. He asociado la raqueta al otro Rafa.
ResponderEliminarMira, este me cae mejor, es de alguna forma, un poco más cercano.
Se te cae la babita, como tiene que ser. Haces muy bien.
Presume y ¡qué miren!
Un abrazo