Un sábado de marzo, muy temprano,
llegamos pedaleando hasta el mercado,
que acostumbra en Chipiona estar colmado
lo mismo en primavera que en verano.
Comimos unos churros mano a mano,
y con mi desayuno ya acabado,
me fijé en el señor que estaba al lado,
que tragaba sin freno y sin desgano.
Así que con prudente disimulo
disparé en el momento culminante
de elevarse las fauces del garrulo
para engullir el churro confortante;
con lo cual mi canción hoy articulo
con la foto del churro colindante.
Pobre hombre!!! Lo cogiste con la mano en la masa, jajaj y nunca mejor dicho.
ResponderEliminarAyer paseaba por la plaza del mercado en cádiz y el olor a churros impregnaba toda la zona.
Me gusta de vez en cuando ir muy tempranito a desayunar churros.
De cualquier cosa haces un soneto, es un arte.
Un abrazo
Tu soneto como siempre, recoge magistralmente, lo que ves por esas calles de dios.
ResponderEliminarDesde luego lo cogiste en el mismo momento en que el churro pasaba a mejor vida, y mejor lo paso todavía el de la ávida boca abierta.
Un abrazo.
Ahora tienes que buscar al señor, y enseñarle la foto, a ver qué pasa.
ResponderEliminarCon lo que me gustan a mí los churros, ya tendré cuidado la próxima vez que me ponga morada como ese hombre, a ver si va a haber alguien como tu, y me pilla de esa manera. Ufffff, qué mal. jajajaj.
Pero el soneto, soberbio, por eso mismo, porque los haces como churros, y están buenísimos.
Un beso.