Triunfador de la escarcha y de los vientos,
el cítrico achacoso ha renacido,
y aparece lozano y redimido
de microlepidópteros hambrientos.
Sigue siendo la cruz de mis lamentos,
con su solo limón desguarnecido,
que aunque luce amarillo y bien crecido,
lo tengo reservado de los tientos.
Capullos sonrosados, reventones,
han gestado la flor blanca y fragante
que quiere descubrirse en su sazón.
Y se abren otra vez las ilusiones
de que el árbol tardón, verde y brillante,
por fin nos proporcione un alegrón.
(Ver soneto 253)
y aparece lozano y redimido
de microlepidópteros hambrientos.
Sigue siendo la cruz de mis lamentos,
con su solo limón desguarnecido,
que aunque luce amarillo y bien crecido,
lo tengo reservado de los tientos.
Capullos sonrosados, reventones,
han gestado la flor blanca y fragante
que quiere descubrirse en su sazón.
Y se abren otra vez las ilusiones
de que el árbol tardón, verde y brillante,
por fin nos proporcione un alegrón.
(Ver soneto 253)
Los limoneros son agradecido y si consiguen vencer las heladas son generosos y expendidos con sus jugosos frutos ofreciendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Precioso soneto a un árbol tan importante.
ResponderEliminarEn mi casa disfrutábamos del limonero de la vecina que se colaba en nuestro corral. Con su permiso, cogíamos los limones directamente, y eso tan agrio mantenía dulce la relación de buena vecindad.
Me sigues sorprendiendo cada día y ya vamos a por el 400.
Un abrazo