En su postrer artículo Almudena
al último gazpacho se refiere,
lamentando el verano que se muere
con frases de pesar, nostalgia y pena.
Esta desolación no me es ajena,
puesto que un servidor también prefiere,
en vez de sancionar, o hacer un ere,
seguir con el gazpacho y con la arena.
Tendremos que apretarnos bien los machos
para evitar el síndrome maldito
que nos punza después del veraneo.
Vendrán, si Dios lo quiere, más gazpachos;
el síndrome fatal habrá prescrito...
tampoco es bueno tanto chancleteo.
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