No tuviéramos paños ni preñadas,
por ñoñas que las niñas se empeñaran,
si cuando añojos no nos domeñaran
endiñándonos eñes a puñadas.
Tampoco se enseñaran las cañadas,
ni pestiños los niños rebañaran,
ni rebaños de ñus se rebelaran,
ni empuñaran los moños las cuñadas.
La eñe a los retoños les empeña
en el baño, la riña y la legaña,
y después en la caña y en la peña.
La eñe es una enseña de mi España,
que añoro, porque entraña santo y seña,
cuando me extraño por la Gran Bretaña.
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