La muerte, siempre presintió la muerte,
sintió toda su vida que venía
desbocada, vaciando la alcancía
de los tiempos dejados a su suerte.
La vida, exprimió la vida fuerte,
libó sus dulces jugos a porfía
y los agrios convirtió en melancolía:
anticipó los dïas de vida inerte.
Defendió su inocencia ante el valido
- conde-duque mandón y retratado –
cuando a prisión, sin cargos, fue sumido.
Cinco años le vieron quebrantado,
y en la villa de Infantes recogido,
al fin la muerte fue por su recado.
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