domingo, 26 de septiembre de 2010

Barrunto del otoño (Soneto 158)


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El otoño me anuncia su venida
con una delicada y fiel sorpresa,
que aumenta los placeres de la mesa
y me evoca lo dulce que es la vida.

Me la encuentro al llegar, inadvertida,
con su fino pellejo de princesa,
que cubre carne blanca de abadesa
mechada de osamenta ennegrecida.

Lo siento por mi fiel acompañante
de tranquilas meriendas estivales:
el melón deleitoso y refrescante.

Anunciándose tiempos otoñales,
pongo la chirimoya por delante
de todos los bocados principales.

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