jueves, 4 de abril de 2013

De facturas y cabestros

 
 
 
Qué bien quedaba con dinero ajeno
este rudo aspirante a señorito,
cacique, megalómano y maldito,
dictador sin escrúpulo y sin freno.
 
Qué fácil es así pasar por bueno,
por bienhechor atento y exquisito,
saliéndole su aporte gratüito
por ser resulta de un sistema obsceno.
 
Vuelan facturas por el turbio cielo
del vasto alfoz del pobre municipio
que vio pasar sus glorias sin consuelo.
 
Y aquí quedó mi pretencioso ripio,
que sólo quiere levantar el velo
de un cabestro caduco y sin principio.
 
 


2 comentarios:

  1. Precioso soneto.
    No se quien es, pero claro queda que no era el mejor del pueblo aunque quisiera aparentarlo con el dinero de los demás.
    Un abrazo.

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  2. Pues bienvenido el ripio,un excelente soneto para recordarnos que en este país la clase de cacique que describes en él,por desgracia,abundó y abunda todavía...

    un placer pasar por tu blog.

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