He conocido un pueblo generoso,
de antigüedad ibérica y romana,
tocado por la mano musulmana
antes del castellano vigoroso.
Su verde alfoz se extiende, silencioso,
admirado en la angosta barbacana
que se abre en su alcazaba soberana:
¡olivar milenario y prodigioso!
Mas su historia, con ser grande y bienquista,
queda corta si se hace parangón
con la gente que pisa sus costanas.
Es La Guardia de Jaén la que conquista
mi dócil y obsequioso corazón,
con sus hembras rumbosas y lozanas.
HERMOSO CANTO A ESE PUBLO, NERECIDO CON TADA SEGURIDAD,
ResponderEliminarUN ABRAZO.