viernes, 14 de marzo de 2014

Segundo viernes de Cuaresma

 
En la Cruz redentora y misteriosa
te contemplo, Señor, vejado y muerto,
tras el trueno, el temblor y el velo abierto:
signos ciertos de tu razón gloriosa.

Y al contemplar tu muerte generosa,
tu pecho traspasado y descubierto,
me tiembla el corazón y me convierto
en fiel de tu palabra portentosa.

Quiero cargar la cruz de cada día,
la cruz que Tú me mandes, Jesús mío,
sobre mi espalda leve y aturdida.

Quiero tu paz, tu luz, tu cercanía,
librarme de mi errante desvarío
y ganar, con tu Cruz, mi nueva vida.

1 comentario: