Por manida, sobada y coloquial,
no debiera cantarte, flor albina,
del cirio y del incienso tan vecina,
que eres reina del ripio cuaresmal.
La verdad es que no te quiero mal,
pero es tan excesiva la rutina
de aquellos que te ensalzan sin sordina,
que prefiero eludirte en mi mural.
Pasa igual con la tal comparación
de lágrimas con perlas en un verso.
El primer que lo dijo un genio fue.
Pero el último que hizo la mención
es un lírico sórdido y perverso,
perito del remedo y del cliché.
Cierto es que la tal flor esta en exceso sobada, literariamente, pero es cierto también que su aroma es para mi el preferido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué duro te has puesto, con la flor y con la lágrima y la perla. Hombre que no es para tanto.
ResponderEliminarA mí me gusta el olor cuando paso por la calle. Si la tuviera cerca de mi ventana, sería otra cosa. Puede ser cargante. Pero así de paso, sí que es muy agradable.
Y las lágrimas a mí nunca me han parecido perlas, pero claro,yo no soy poetisa.
Saludos.
Pues estoy de acuerdo con tus dos anteriores comentaristas. Para mi el olor a azahar es especial, quizás un poco cargante si lo tienes muy cerca y siempre, pero es especial pasar por las calles y olerlo...me trasporta a una época del año que me encanta.
ResponderEliminarEl soneto, como siempre, precioso.
Un abrazo