Cuántas mujeres, malograda Amparo,
con tus ojos se hubieran conformado;
esos ojos que el hado te ha cerrado
en su postrera muestra de descaro.
Cuántas otras habrían pagado caro
por poseer tu boca de pecado:
esos labios que todo lo han probado
con engaño, con pena y sin reparo.
Pobre bella, montada en un velero
que surcaba unos mares cenagosos
contra un viento incesante y traicionero.
Esos mares de sones deliciosos,
que engañan al ingenuo marinero
Guapísima y desafortunada. Ojalá encuentre la felicidad al otro lado (si es que lo hay)
ResponderEliminarVivir en la fachada, para los demás, olvidándose de una misma.
ResponderEliminarSeguro que ahora es mas feliz.
Qué pena!
ResponderEliminarUn saludo!
john, la belleza es una diosa que presiona el alma de quien la porta y descentra a quien la contempla o la espera para sí. Sigo leyendo por la red testimonios de cariños e intensa tristeza por aquella quien fue una diosa valiente y frágil a la vez. Quiera su familia,osea, su alma viva, ser depositaria de tan buenos reconcimientos.Se lo merece.
ResponderEliminarer extremadamente bella
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