Ya están dispuestos a llenar el aire
de ripios que postulan como rimas,
con piezas que pretenden ser las cimas
de la piedad, el arte y el donaire.
No te tomes mi escrito por desaire,
pregonero que al antealtar te arrimas,
y proclamas, ensalzas y sublimas
las pasionales penas y desgaires.
Porque yo no critico tu fervor,
ni enjuicio tu tenaz grandilocuencia,
ni quiero que me tengas por censor.
Ocurre que tamaña concurrencia
me produce irritante resquemor:
¿Y tu crees que se merecen tu soneto?
ResponderEliminarPues si no te gusta el pregonero, creo que no.
Eso como siempre, es según te caiga.
Un abrazo
Todos podemos ser pregonaeros de nuestra razón y no muchos estar de acuerdo con ello. Hay quien habla más de la cuenta y miente más que parpadea, pero así es la vida y hay que huir de esos pregoneros mentirosos.
ResponderEliminarBonito soneto, como todos los tuyos. Tienes arte como dicen en nuestra tierra.
Un abrazo
Yo no le doy ningún merito al pregonero profesional, que si lo sigues siempre dicen lo mismo, las mismas frases los mismos trucos, es una profesión como otra, ni mas ni menos.
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