sábado, 14 de agosto de 2010

De infiernos y demonios (Soneto 115)


Qué tétrico y tedioso fue el invierno
de mi infancia y primera juventud,
cuando era obligatoria la virtud
y el pecado llevaba al crudo infierno.

En aquel aquelarre de lo eterno
condenaban el acto y la actitud,
te culpaban con saña y acritud,
y te hablaban de un ser con rabo y cuerno.

El demonio era cruel, malo y artero,
y tentaba a los hombres y mujeres,
sobre todo en materia sexual.

Hoy no temo a los cuernos de carnero,
reconozco muy bien los luciferes,
y mi culpa no afecta a lo carnal.

RECITADO DEL AUTOR

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