Quien con saña maltrata a un animal
puede un año pasar en la prisión
si lo hizo sin justificación,
según prescribe el Código Penal.
Mas esta penitencia tan fatal
requiere que se dé una condición:
que la bestia que sufre la agresión
esté domesticada. ¡Qué genial!
El que al loro maltrata es delincuente,
aunque el ave se muestre impertinente,
y le esperan los muros y las rejas.
Pero si el maltratado toro es
la norma ya se aplica del revés:
el autor es premiado con orejas.
(Trescientos treinta y siete
del código citado en el cuarteto:
el soneto salió corniveleto).
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