Un burro que llevaba muchos años
rigiendo los caudales de su casa,
gastaba, sin escrúpulo y sin tasa,
dinero en los caprichos más extraños.
Vivía comúnmente con apaños,
haciendo de sus bienes tabla rasa,
tratando a los demás burros con guasa
y a los acreedores con engaños.
Un día que un burrito se compró
una jarra de aceite algo más cara
el burro economista le riñó.
Y el burrito le dijo con voz clara:
¿Me riñe a mí quien todo lo perdió
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