miércoles, 17 de noviembre de 2010

Quien se pica, ajos come (Soneto 210)



Dicen que quien se pica es que ajos come.
Tenga esto en cuenta quien esté picado
y deje de decir, incomodado,
que un enojo muy grande le concome.

Y no es que con alguno yo la tome.
Lo que pasa es que el hombre es inclinado
a darse por zaherido y ultrajado
y a mostrar muy molesto el comecome.

¡Cuántos ajos a diario se consumen
por muchos que de ser puros presumen!

Pero tienen hedor que les delata:
de su boca rezuma una cantata
que apesta cantidad: la intemerata.

¡Y a mí que no me chinchen ni me abrumen!

A modo de resumen:
Los que ajos manducáis, tened presente
que luego el paladar se pone ardiente.

(Ver soneto 202)



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