Un niño con flequillo, de la mano
de su madre, solícita y mimosa,
leyendo por la calle toda cosa,
se siente satisfecho y muy ufano.
Peca aún en las letras de profano,
y al querer descifrar una famosa
denominación, célebre y gloriosa,
los signos lo sorprenden a trasmano.
Porque no sabe que la letra O
forma otra letra con un palo abajo:
y así PEDRO DOMECO dice el crío.
Su madre con placer se lo explicó,
corrigiendo a su agudo renacuajo,
quien ya nunca jamás sufrió tal lío.
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