Qué paliza le ha dado el Barcelona
al once de Mourinho y de Cristiano:
le ha marcado los dedos de una mano
a un Real sin dominio ni corona.
Un Madrid que se ufana y que blasona,
pero que hizo un partido oscuro y vano,
por culpa de ese tándem lusitano
que en los momentos clave no funciona.
Los culés poseyeron el balón,
lo movieron con arte y poderío,
disputaron con fuerza y ambición,
se lucieron con genio y con tronío,
vibraron con su tórrida afición...
y el Madrid sin poder decir ni pío.
(Ver soneto 181)
(Ver soneto 7)