Llevo treinta sonetos publicados
y no se han apuntado seguidores;
seguro que será por mis pecados,
y no por desazón de los lectores.
Comprendo que en la red están montados
millones de selectos blogueadores,
que son por todo el mundo visitados
y que engordan sin fin sus marcadores.
No sabe usted lo que me cuesta esto
de escribir cada vez catorce versos
endecasílabos y bien de rima.
Tal menester merece un claro gesto:
que los lectores no me sean adversos,
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