Al farero del faro de Chipiona
le robaron los cacos su bombilla.
El buen hombre le dijo a su chiquilla
que le fuera por una al Mercadona.
Mas la muchacha se hizo remolona
y se fue retozando por la orilla,
se comió un bocadillo de tortilla
y no paró hasta cerca de Estepona.
El farero quedó muy confundido
con la broma tan tonta de Dolores.
Pero él era un hombre precavido,
y por ello evitó males mayores,
colocando en el sitio del casquillo
una ristra de luces de colores.
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