lunes, 31 de enero de 2011

Patatas franciscanas (Soneto 285)



Papas nuevas de tierra sanluqueña,
cortadas al bastón con diestra mano,
saladas, por influjo lebrijano,
con gracia que le viene de la dueña.

De Francisco la papa es santo y seña:
papa frita en aceite puro y sano,
calentado en hornillo de butano,
para gusto y deleite de su peña.

Es signo de dulzura campechana,
de nervio, de soltura y de talante,
de afecto y de querencia bien sentida.

¡Qué bien sienta la papa franciscana,
sobre todo si el hambre es acuciante
y la tripa está hueca y deprimida!




2 comentarios:

  1. Cuanta razón tienes, cuando la tripa es vacía que suerte encontrarse un buen plato de patatas fritas y si le ponen dos huevos y un chorizo de casa, uno puede alcanzar casi el cielo degustandolo.
    Un abrazo.

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  2. Me gustan mucho las patatas fritas, pero a partir de ahora, las miraré con mejores ojos.

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