Cuando fui esta mañana al desayuno
a un café con terraza y veladores,
había puesto el patrón, muy oportuno,
unos chubesquis harto acogedores.
La gente, libremente dada al vicio,
fumaba tan tranquila y tan ufana,
y una nube rodeaba el edificio
como niebla que enturbia la mañana.
Un señor conocido allí sentado
me invitó a que con él desayunara.
Yo le dije, correcto y educado,
que quizás tanto humo me afectara:
Mejor lo tomo dentro, don Arturo;
prefiero respirar el aire puro.
Prohibido prohibir. Qué tiempos aquellos.
ResponderEliminarEl tabaco molo es, dentro o fuera no es bueno.
ResponderEliminarPorque los fumadores no lo asumen y deciden ahorrarse problemas de salud a ellos y a los demás, incluida su familia.
Me tomo el café. Antes charlaba un ratito con la dueña del bar, y ahora me voy a ver los escaparates de alrededor.
ResponderEliminarTambién bonita estampa, viendo escaparates a las ocho de la mañana.
Pero c'est la vie.
Un abrazo
^^ ¡Qué contrariedad!
ResponderEliminar¡Qué mundo más loco!
Besos!!