lunes, 2 de mayo de 2011

Juan Pablo II, beato (Soneto 377)


Los buenos estudiosos de la Historia
sostienen que se tiene que esperar
un tiempo dilatado para entrar
a poner por escrito la memoria.

No se duda que el hombre esté en la Gloria
(no soy yo quien lo vaya aquí a negar),
pero eso de ponerlo en el altar
tan pronto, de manera perentoria,

va en contra de consejo tan sensato;
pues igual un honor tan trascendente
no debiera confiarse al arrebato

de la entusiasta y fervorosa gente,
ni al afán de elevarlo en su mandato
que el imperante papa tiene en mente.




2 comentarios:

  1. Y a mí que me parece que esto forma parte del mundo en que vivimos. Es "lo quiero ya". Los creyentes no quieren perderse la posibilidad de adorar a un santo pero al que hayan conocido. No esos que salen en los almanaques.
    Y después de todo, qué más da. Quién puede creer o no creer en los milagros de los santos de antes. Y este, qué pasa, que ha curado a una monja y vale. Pues por mi parte, bendito sea. Total...

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  2. Estamos en la era de las prisas, prisas para todos, para descalificar y para glorificar.
    Que haremos con nuestros refranes que siempre aconsejan ir despacio no con prisas.
    Sera que se necesita uno nuevo a quien mirar y asi no mirar para otros sitios.
    Estoy seguro que esta en la Gloria, pero sin prisas.
    Un abrazo.

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