Qué pudiera decirte, madre mía,
después de tantos años de tu ausencia,
de lo viva que sigue tu presencia
en la torpe y errática alma mía.
Qué supiera contar de tu energía,
de tu cálido humor y bienquerencia,
del muro de tu fuerza y tu conciencia,
del halo de tu luz como vigía.
Qué lograra expresar de tu honda vida,
florida de oraciones, sublimada,
de renuncias y mermas zaherida.
Qué acertara a cantar de tu obstinada
porfía con la pena sostenida,
para hacer siempre alegre la jornada.
Qué supiera contar de tu energía,
de tu cálido humor y bienquerencia,
del muro de tu fuerza y tu conciencia,
del halo de tu luz como vigía.
Qué lograra expresar de tu honda vida,
florida de oraciones, sublimada,
de renuncias y mermas zaherida.
Qué acertara a cantar de tu obstinada
porfía con la pena sostenida,
para hacer siempre alegre la jornada.
Que hermoso soneto a tu madre, seguro estoy que le encantara y alguna lagrima de felicidad derramara.
ResponderEliminarLa verdad que hubiera sido de nosotros sin ese refugio que siempre es una madre. No concibo la vida,en mi infancia y juventud, sin ella.
Desde que ya no esta la vida es otra, una con ella y otra sin ella.
Un abrazo.
Precioso
ResponderEliminarHace ..... tantos años que se fue. ¿Y eso quiere decir que ya nos hemos acostumbrado? pues no. Cada día, cada cosa, por una razón o por veinte. Siempre se la echa de menos. Siempre está con nosotros.
ResponderEliminarPrecioso soneto.