Hace nada contaba en mi cuaderno
la gran fiesta del chivo a la parrilla,
la gran fiesta del chivo a la parrilla,
que en un tris de jolgorio y desgobierno
monté con mi bucólica pandilla.
Hoy me paro en el cuerno desolado,
con sus guerras, sus pestes, sus hambrunas,
y siento que las cuentas del asado
aparecen molestas e importunas.
Porque fui aleccionado en ser culpable
de las grandes tragedias del planeta;
y aunque no me reputo responsable
de la muerte por hambre o metralleta,
siempre llevo ese poso insoportable
de una culpa manida y obsoleta.
monté con mi bucólica pandilla.
Hoy me paro en el cuerno desolado,
con sus guerras, sus pestes, sus hambrunas,
y siento que las cuentas del asado
aparecen molestas e importunas.
Porque fui aleccionado en ser culpable
de las grandes tragedias del planeta;
y aunque no me reputo responsable
de la muerte por hambre o metralleta,
siempre llevo ese poso insoportable
de una culpa manida y obsoleta.
La verdad es que se siente culpa...Los menos culpables, como siempre...
ResponderEliminarsaludos
Cuando uno se enfrenta con esta realidad y, mirando a nuestro alrededor comprobamos lo que despilfarramos, es normal sentir la culpabilidad del que esta saciado ante el que es todo necesidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y porqué no acaban de una puta vez con esta vergüenza?
ResponderEliminar¿Y porqué nos la enseñan, como si nosotros pudiéramos arreglarlo?
¿Y porqué nos hacen sentir culpables?
Yo creo que es una cuestión de voluntad. Y quien puede poner remedio no tiene voluntad ninguna de que esto acabe.
Disfrutaste del chivo, e hiciste bien. Yo sé que cuando me toca llorar, nadie llora por mí, así que cuando me toca reír, no me lo pierdo.
Y el día que digan qué tenemos que hacer para que media Africa no muera de hambre, pero de una forma clara, y efectiva, que cuenten conmigo, hasta entonces, no pienso sentirme culpable.
Un abrazo