La sonanta
presume de silueta,
vuela al
cielo pletórico un punteo,
crece
sugeridora la falsetay se embriaga la mano en el rasgueo.
Suena pura, fragante, cristalina:
el bordón rumorea lastimero,
canta el arpegio un aire que ilumina
y tiembla desde el puente al clavijero.
Llenó los aires de color y hondura;
de gracejo, destreza y apostura
en el patio, la peña o el tablao.
Y esa guitarra, huérfana temprana,
se pregunta, llorosa y jerezana,
dónde se fue su dueño, el buen Morao.
Hay algunas personas que por su buen hacer y su maestría dejan en los aficionados una profunda huella difícil de olvidar.
ResponderEliminarPermanecerán por siempre en la historia de este arte.
Un abrazo.
Todos los días sonetos...Admirable.
ResponderEliminarun arpegio florece con salero;
ResponderEliminarEsta descripción, me lleva a imaginar las notas musicales saliendo de la guitarra, gracias a este maravilloso artista. Por eso "la guitarra se queda huérfana"
Tu imaginación es portentosa.
Por eso me gusta lo que haces. Gracias.
Un abrazo