Llegó el levante con su ventolera,
el niño caprichoso impertinente,
la mosca cojonera recurrente,
la cerveza caliente en la nevera;
la sombrilla que salta volandera,
la sombrilla que salta volandera,
el ramaje frenético, crujiente,
el aire pegajoso, incandescente,
el portazo que asusta y desespera;
la noche que se pasa en duermevela,
la noche que se pasa en duermevela,
el humor que se tuerce y se rebela,
el sudor que se encaja sempiterno...
Que en llegando los días de levante,
Que en llegando los días de levante,
es cuando más molesto y blasfemante
añoro los rigores del invierno.
Pronto se acaba el verano...Con tanta calor se pasa mal, sí.
ResponderEliminarSaludos
No lo he sufrido mucho, algunos días en mis visitas a Cadiz, pero para alguien del norte que no esta acostumbrado es algo insufrible, supongo que nadie consigue acostumbrarse.
ResponderEliminarPrecioso soneto.
Un abrazo.
Mi padre hablaba mal del aire solano. No sé si será lo mismo o parecido, pero sé que la gente se siente mal. Yo digo que estamos aventaos. Y pone de muy mala uva.
ResponderEliminarNada, que pase pronto ese Levante que tanto te incomoda.
Un abrazo